La sostenibilidad se
define como el aprendizaje que satisface
las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones,
garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio
ambiente y el bienestar social.
En el plano social, la sostenibilidad fomenta el desarrollo de las personas, comunidades y
culturas para conseguir un nivel global de calidad de vida, sanidad
y educación adecuado y equitativo.
Evidentemente, la diversidad en todo
sentido tiene que ver con la equidad,
pero también con la calidad educativa: enseñar a aprender durante toda la vida,
ofrecer pluralidad de caminos para acceder al conocimiento y motivar la
flexibilidad de pensamiento y aprendizaje.
El ambiente es otro rasgo que no se nos puede olvidar a la hora de buscar
la mejor educación para un desarrollo sostenible. Las interacciones entre los
componentes de una organización crean su ambiente: por ello, cada Centro
escolar genera su propio ambiente educativo. El clima escolar es fundamental
para ello: el respeto mutuo, el reconocimiento y el aprecio por el trabajo de
los otros, alumnos y profesores, mejora los resultados escolares. El entorno es
una ventana abierta para el aprendizaje. En
cuanto a la innovación didáctica necesaria, innovar las prácticas educativas consiste en poner en marcha, desarrollar y evaluar
procesos de mejora de la calidad de la enseñanza-aprendizaje. Motivar los
contenidos sociales y medioambientales, interactuar, vincular la escuela con el
entorno, compartir experiencias, reflexionar sobre ellas y educar con valores,
son rasgos indispensables para conseguir el objetivo de educar hacia la
sostenibilidad.
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